Sitio de lectura de autores perteneciente a la editorial de literatura chilena Hombre Elefante
jueves, 31 de diciembre de 2020
Julio Faúndez Herrera: Tristeza y aversión a las casas solas (Extraído de "Estilo y Destrucción", tercera edición, 2022)
jueves, 17 de diciembre de 2020
Paula Labra: "Declaración de Amor" (Extraído de "Demasiadas Vidas Bailando Juntas", Hombre Elefante editorial, 2020).
DECLARACIÓN DE AMOR.
Una llamada tuya… Octubre del 2000… estábamos distanciadas:
- Hija, tu papá tiene cáncer, ven a la casa… pasa su cumpleaños con nosotras y despídete.
Anudé un bulto con mis cosas, deposité a mis esquivos gatos dentro de un morral, al que agujereé previamente, y partí. Los gatos podían respirar bien, pero a través de los pequeños orificios jamás reconocerían el camino de regreso. A ellos y a mí, nos esperaba lo incierto de la pérdida.
Me encontré con mi pieza de chiquilla, llena de almohadones rosados y libros con pétalos secos atrapados en las hojas. El aroma de las cortinas era confuso, algo añejo, como si mi espíritu de niña estuviese enjaulado desde mi antigua fuga, esperándome. Me acomodé rápidamente. Los gatos también, aturdidos y exhaustos.
Por la tarde, con mis hermanas, llenamos de globos la casa y dejamos resplandecientes los vidrios de todas las ventanas, para que el sol quisiera acicalararse en ellos un buen rato.
Al cubrir la mesa, buscamos un mantel elegante con diseños de navidad. Y preparamos muchos pancitos de huevo con pimentón y aceitunas.
Entre tanto, mi padre cruzaba la calle para llegar al almacén. Iba con pijama, pantuflas y una bolsa de género que cambiaba de mano, cuando alguien se acercaba a saludarlo: Ya no se quitaba el pijama para pasear por el barrio. Ya no necesitaba zapatos ni combinar las camisas con las corbatas, ni cubrir su cuello del frío para detenerse a conversar con la gente. El pijama le bastaba para recorrer todos los almacenes.
Por años, solo había saludado a sus vecinos algún fin de semana y no tuvo tiempo de reconocerse en ellos cuando envejecían. Nunca tuvo tiempo para reconocerse en ellos ni en nosotras. Trabajaba sin parar.
Al verte salir, calmo y liviano, supe que partirías pronto... Que había llegado apenas a tiempo para celebrarte... Y que tus trajes almidonados se quedarían en el antiguo clóset, esperando que alguien de tu misma talla los necesitara.
Cuando todos los globos estaban fatigados y silenciosos, cuando ya amanecía, y tú y yo no lográbamos dormir, te dije que te amaba por primera vez… Me miraste risueño, pero tus ojos estaban grises y atormentados.
Comprendí que no querías irte aún y que, a pesar de tus compras amables por el vecindario, tus temores caían en desesperación cuando llegaba la noche.
Luego de eternas jornadas de rezos e invocación a brujos sanadores, el cáncer te dio un respiro amoroso. Casi tres semanas. Y en el preciso momento en que la ilusión del milagro comenzaba a inundarnos, el dolor te atacó por la espalda con toda su furia: Mientras la primavera transformaba los colores de la calle y los jardines más opacos, una ambulancia pasó por ti y ya no regresaste.
Recuerdo que desgranabas kilos de habas, que habías comprado en la feria por la mañana, y que los animales de la casa te rodeaban. Ya te gustaba estar en la casa. Los aromas de la cocina despertaban tu apetito y zurcías calcetines impares e historias sin tiempo, después de almorzar.
En todas tus anécdotas aparecíamos nosotras (tus hijas) muy pequeñas, tomadas de tu enorme mano, siempre. En todas éramos niñas, en todas nos prohibiste crecer.
Cincuenta y cuatro años fueron muy pocos para conocerte, muy pocos para dejar de ser una hija ausente.
Una breve declaración de amor, y te fuiste.
jueves, 26 de noviembre de 2020
Julio Faúndez Herrera: "¡La Venganza es una Arpía que Rasura su Vulva en Forma de Suástica!" (Extraído de "Bulevar Venus", 2019)
martes, 3 de noviembre de 2020
Paula Labra: "Mi niña" (Extraído de "Demasiadas Vidas Bailando Juntas", 2020).
MI NIÑA.
Todos los dolores pasan …
Siempre asoma uno más fuerte
que devora al anterior.
Cuando llegaste, por fin… Eras tan rosada y de boca mullida. No podía creer que habías nacido de mí, que te habías dibujado dentro de mí.
Yo, que tenía el ceño fruncido desde la niñez y, a pesar de todos mis intentos por sosegar mi ánimo, no lo había logrado.
Y tú llegabas, con la piel transparente y tu boca mullida, anunciando que había una posibilidad de paz para mi ceño encolerizado.
Tus dedos eran largos, finos, como los de mi padre, como los de mis hermanas, como los míos. Fuiste de todos por un segundo. Pero cuando tus dedos apretaron mi dedo pulgar, ya no quise compartirte.
Tampoco quise compartir la pena cuando decidiste dejarme.
Tampoco quise compartir mis sueños, en los que te imagino creciendo alocada con vestidos vaporosos y con sombreros.
Y vamos juntas a las compras... Y bautizamos de esperanza a todos los perros y gatos que olfatean el aire, con sus estómagos vacíos... Y nos llenamos de pestañas los ojos... Para mirarnos sin parpadear... Para nunca perdernos.
Por años no te he compartido con nadie porque tú y yo somos suficientes.
Porque no necesitamos de nadie que nos diga que debemos continuar y dejarnos atrás. Porque, en secreto y dormida, tengo tu olor y ese vestido blanco de hilo suave que mandé a tejer para ti, para celebrarte cuando aprendieras a leer.
Todo lo demás lo regalé, pero ese vestido está muy doblado, escondido al final de mi desgracia. Esperando que aparezcas un día musitando… Y leas algo en mi oído.
jueves, 15 de octubre de 2020
Faúndez Herrera: "¡La Pasión es una Bomba de Tiempo (que siempre termina volando en millones de pedazos)!" (Extraído de Bulevar Venus, 2022).
(que siempre termina volando en millones de pedazos)!
Te estoy vigilando.
Francamente, el corazón
te estoy vigilando
Así como el desierto extraña a la lluvia
así como el revólver empuña sus balas
así como el parásito incuba en la sangre
en resumidas cuentas
te estoy vigilando
Desde siempre y en más
desde ahora en adelante
con la miel salvaje de estos ojos
al cabo de esta noche inmensurable
te estoy vigilando
Junto a camas que brillan como abismos
y turgentes lámparas de lava
con monstruos aullando en mis testículos
y palomas erectas
y ciudades en llamas
te estoy vigilando
Para que pienses en mí
y sigas maldiciendo mi recuerdo
porque este amor no es más que turba y detrimento
espejismo y hojarasca
te estoy vigilando
Y es que sería perfecto
-sería perfecto-
volver a sumergirme
en lo profundo de tu cuerpo
mirarte morder las nubes
volver al terciopelo, al vinagre
y al aceite de tu sexo
Sería perfecto
volver a embriagarme
del licor amarillo de esas tardes
y escucharte el lamento de mi nombre
o cogerte del cabello
y desangrarme
hasta saciarte
Porque aunque no creas en brujos ni demonios
y durante este mundo
girando
como la aguja de un tango polvoriento
Por la nostalgia de tu boca deshaciéndose en mi boca
y tus caderas temblorosas agitándose entre mis dedos
ardiendo y galopando
alzando y decayendo
lamiendo y masturbando
en resumidas cuentas
desatado el corazón, amor
te estoy vigilando.
miércoles, 7 de octubre de 2020
Julio Faúndez Herrera: "Una Especie de Hombre con Alas de Libélula" (Extraído de "Estilo y Destrucción", Edición definitiva, 2022).
“Uno puede ser distintos animales
pero jamás dejará de pertenecer
a una misma especie”
* Furry Fandom Poem
Una especie de hombre con alas de libélula
que tiene cuernos de carnero y patas de elefante
que espera con angustia el amanecer de su ventana
y persigue telarañas en cada vértice del cuarto:
No quiere volver a las semanas
no desea despojarse de nostálgicos ayeres
es un oído escuchando el cansado galope de la lluvia
un camello sin arpa a través del desierto dibujado con tiza
Sólo incuba lágrimas ante espejos que se encogen de vergüenza
sólo avista días que se atrofian condenados a un retrato
sólo encorda versos en memoria del frío
una especie de hombre con alas de libélula
que tiene cuernos de carnero y patas de elefante
Observando las ciudades que prosiguen su destino
entre lámparas marchitas y zapatos extenuados
junto al sueño enfermo de un cigarro consumido
el futuro es un mapa borrado en la palma de su mano
Las horas se presentan como cartas anónimas
la niebla se dispersa tras los vidrios derramados
atrapado
en su entorno de colores lamentables
una especie de hombre con alas de libélula
que tiene cuernos de carnero y patas de elefante:
Es una lástima
Yo sé que las noches de Febrero poseen cuernos enormes
que la traición es un arma sangrienta
que la soledad es un puntapié a los testículos
Yo sé
que los pecados brillan como medusas
en el fondo de todos los corazones
y que las mujeres son tan sólo moluscos
y que la felicidad es un estanque vacío
un convertible
sin bencina
abandonado
en algún punto de la carretera
Es una lástima
en ocasiones desearía una vida nueva
conseguir un control remoto
y devolver cada imagen en el tiempo
Es una lástima
en ocasiones desearía derribar puertas
salir hasta las calles, apuntar gente
y hacerla estallar con la mirada
Una especie de hombre con alas de libélula
que tiene cuernos de carnero y patas de elefante
tendido en la penumbra de su tarde embalsamada
y sumergido en pensamientos enredados como anémonas
Una especie de hombre con alas de libélula
que tiene cuernos de carnero y patas de elefante:
Haciendo el arqueo de un amor baldío
en su mundo obscuro
como un baile de disfraces.
martes, 22 de septiembre de 2020
Paula Labra: "Compañera de Paso" (Extraído de "Demasiadas Vidas Bailando Juntas", 2020)
COMPAÑERA DE PASO.
El soplo fresco de Septiembre comenzaba a desordenarlo todo. Las profesoras lucían frescas y risueñas con sus ropas y peinados nuevos. Los recreos se alargaban mágicamente sin ninguna explicación. Y las niñas parecían estar más altas, bulliciosas y dispuestas a prestar sus útiles.
Yo también me sentía alborotada y extraña, como si un enjambre de soles quisiera escapar por mi garganta y acabar con mi timidez de cuajo, aunque era imposible que eso pasara mientras no terminara el primer año de colegio; y mientras no aprendiera a leer y a escribir con todas las letras que decoraban las paredes de la sala.
A pesar de mi culpa por existir de una forma tan mínima, la llegada de la primavera le había dado un toque optimista a los olores que desprendían las cosas que estaban cerca: Las gomas de sabor a frambuesa, las puntas de los lápices y las tapas de los cuadernos parecían no haber sufrido el desgaste de mis tareas corregidas; ni el miedo al castigo, cuando los números se atascaban en mi memoria y no podía repetirlos de menor a mayor.
Y aquella mañana, cuando tocaron la campana para el recreo y esa niña desconocida bajó por las escaleras sin ninguna prisa, yo también oí que un susurro anaranjado y dulce me había brotado de la piel y me había hecho parte de aquel mundo nuevo.
¿Cómo una niña desconocida podía cambiarme la sensación de la piel y del gusto y trasladar mi corazón del pecho al estómago con tanta rapidez? ¿Cómo una niña, que llevaba trenzas como el resto, podía ser tan diferente a todas y agitar mi respiración, a tal punto, de no saber muy bien en dónde me encontraba ni qué sería de mí?
Bajaba las escaleras mirando al frente, con la nariz y la barbilla en alto, como si la ansiedad de las compañeras que corrían a su lado no le importara. Y la posibilidad de caer no existiera para sus pies.
Nada parecía perturbarla, ni los continuos viajes y cambios de colegio por el trabajo del padre, ni tener que quedarse después de las clases haciendo tarea extra porque siempre la pasaban a recoger más tarde.
Ella bajaba ligera como una mariposa debutante en una fiesta llena de colores. Tenía trenzas rubias pero no amarillas (trenzas tono “miel”) trenzas cristalinas, como los tres cubitos de azúcar que mi madrina me ponía en el té, cuando me invitaba a su casa a jugar con su perrita pekinés.
¡Amaba mirar cómo los cubitos de azúcar se disolvían en el té! Amaba que alguien me invitara a tomar té y no leche... Y me pusiera hallullitas y cubitos de azúcar en la bandeja… Y que me tratara como una persona completa, y no como a una mitad de persona.
Su delantal no era azul sino “rosa”. Y no tenía botones al frente. Tampoco en los puños. Sólo se abrochaba detrás de la cintura con un lazo.
A medida que tocaba el suelo en donde yo estaba, era cada vez más alta y yo, más pequeña… Y al pasar por mi lado su barbilla era más templada… Y yo, más pequeña.
Llegó en Septiembre, así de pronto, bajando las escaleras… Como si el techo del colegio la hubiera alimentado con sus dibujos de ángeles y nubes para parirla en secreto, toda suave y perfecta.
Llegó con sus ojos verdes, muy abiertos, y sin cruzar ningún invierno en ese patio. Como si los árboles florecidos y las castañas, que no cayeron en otoño, la estuvieran esperando sólo a ella, junto a la alegría del viento, a los peinados de las profesoras y a las colaciones confitadas.
Todo parecía ser un mantel decorado para que su espigada serenidad desfilara sobre él. Llegó de pronto. Y se dejó caer como un baño de caramelo sobre mi timidez, mi ignorancia y mi secreta esperanza.
Con su caminar pausado, me arrancó de la oscuridad de aquel patio para recoger las “miguitas”, que su aroma dejaba en el aire. Y me descubrí memorizando el acento breve y ronquito de su voz. Y me descubrí riendo cuando ella reía. Y me descubrí anhelando ser otra, para poder hablarle.
Quizás si se quedara en el colegio hasta la siguiente primavera, pensaba.
Quizás si se quedara… Ella podría descubrime como a una persona completa y podría confiar en mí... Y dejar que yo atara el lazo de su delantal cuando el desorden del recreo lo soltara.
Me iba pensando en esas cosas todos los días de regreso a la casa, mirando el cielo. Y mi mamá me retaba porque mis pasos se engarzaban al pavimento.
Luego de descifrar todas las adivinanzas y aceptar complacida las galletas y las cartas que tus compañeras te ponían en los bolsillos, desapareciste… No recitaste en las fiestas de fin de año y jamás pude verte sin tu delantal rosado.
Desapareciste, pero mi esperanza obstinada no te olvidó en mucho tiempo.
lunes, 14 de septiembre de 2020
Julio Faúndez Herrera: "Gotas Bajo el Peso de la Noche" (Extraído de "Estilo y Destrucción", Versión Definitiva 2022)
Gotas Bajo el Peso de la Noche
De tantas gotas que caen bajo el peso de la noche
llego
a esta soledad de casa polvorienta
a este aliento inundado por el frío
a este espejo que oscurece de pronto
como dos regiones juntándose en mi mente
llego
mediante verbos trizados en demasía
a través de taxímetros sucediendo hacia el desvelo
durante lunas de rodaje venenoso
entre vulvas que imagino comprimiéndose a mi paso
solo
endeble
agitado
contuso
insombre
descalzo
aterido
confinado a este cuarto de colmo
pendiente de amuletos que degradan su energía
engrillado a este esqueleto de fuerza
y sentenciado
a esta penumbra que no deja de atacarme el corazón
A lo lejos
entonces
a lo lejos
una odalisca de alambre se consume al interior de su émbolo
A lo lejos
entonces
a millones de lejos
los perros aúllan enhebrados de vacío en vacío:
Las auras enturbian
los artefactos se quiebran
las rosas enmustian
los glóbulos revientan
Porque aunque me rompa la cabeza por palabras celestes
y aunque emprenda interminables viajes de sangre
con estos zapatos de sustancia
hay
girando en torno de los tragaderos
hay
dilatándose a lo largo del olvido
Y es
como un golpe hondo que sacude mi existencia
como un ruido incierto que se pierde en mis oídos.